José Infante, prologuista de La loca aventura de vivir, destaca de su gran e íntimo amigo Leopoldo Alas su devoción por la literatura. Escritor casi compulsivo, a pesar de su agitada vida social, Leopoldo encontró tiempo para escribir una extensa obra que en gran parte aún permanece inédita.
En los agitados 80 comenzó a publicar libros de poemas y cuentos demostrando su profunda inquietud por las letras. Licenciado en Filología Italiana, Alas cultivó casi todos los géneros literarios: relatos, novelas, libretos de ópera, obras de teatro, ensayo y su gran pasión: la poesía que lo llevó a fundar en 1987 la revista poética Signos la cual dirigió hasta su desaparición cinco años más tarde. Este entusiasmo poético lo llevó a dirigir varias colecciones de poesía en distintas editoriales.
Fue Vicente Molina Foix el que lo dio a conocer cuando en 1981 lo incluyó en una Antología de Poesía Joven que se publicó en la revista Poesía, acompañado de dos de sus mejores amigos, los también excelentes poetas Luis Cremades y Mario Míguez. Los Palcos (Ediciones de Poesía, 1988) fue su primera obra poética a la que siguieron otras como La condición y el tiempo (Colección Signos, 1992) en la que se recogen los rasgos de la llamada ‘poesía de la experiencia’ que define a la generación de poetas que eclosionaron en los 80. A esta le seguiría La posesión del miedo (Pretextos, 1996), El triunfo del vacío (Ocnos Alas, 2003) y Concierto del desorden (Calambur, 2007) que podrían ser consideradas sus obras más logradas ya que reúnen las principales características de la poesía de Leopoldo: “la poesía no puede recomponer, pero sí iluminar con caminos de salvación”.
Pero no sólo poeta. Leopoldo nos ha legado una extensa obra que nos demuestra el excelente narrador que era. Sus primeros relatos recopilados en África entera tocando el tam tam (Altalena, 1981) y Descuentos (Ediciones Libertarias, 1986) revelan su facilidad narrativa para recrear la realidad que nos rodea. Capacidad que queda más que demostrada en su primera y excelente novela Bochorno (Versal, 1991) obra con la que despide los felices ochenta y sus frívolos personajes. Y a la que le sigue la delicada insolencia de El extraño caso de Gaspar Ganijosa (Seix Barral, 2001) y la amarga y desasosegante A través de un espejo oscuro (Ocho y medio, 2003).
Agitador y polemista, su labor como periodista en varios medios de comunicación escritos (El Mundo, Zero y Shangay Express) y radiofónicos (Entiendas o no entiendas de RNE-5) fue encomiable. Destacado por ser uno de los máximos defensores de los derechos del colectivo LGTB. Fue uno de los pocos escritores que jamás oculto su opción sexual y sus ensayos sobre la comunidad LGTB como Ojo de loca no se equivoca (Planeta, 2002); De la acera de enfrente (Temas de hoy, 1994) y ¿Entiendes de cocina? Lo que comen los gays denuncian con la misma furia irónica tanto la homofobia como la autocomplacencia sufrida por el colectivo LGTB.
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